Ayer, domingo, murieron cinco personas aplastadas por una estampida humana de aproximadamente 500 personas, los hechos tuvieron lugar en un concierto del grupo Intocable en Guadalupe, Nuevo León, cuando el pánico se apoderó de los asistentes al escuchar disparos de arma de fuego, que además detonaron el descontrol en el lugar. Algunos dicen que fue un solo disparo y se atreven a señalar que se trata de algo común en el país últimamente; hace algunos meses sucedió algo similar en el carnaval de Mazatlán, en esa ocasión no hubo desgracias que lamentar, lo que provocó la movilización fue un rumor que infundió temor, porque no hubo disparos.
La vida en las calles de México ha cambiado radicalmente con la llamada “guerra contra el narco”, la paranoia colectiva es un peligro latente, pero fundado, que es lo más preocupante, algunos han sido alcanzados por las balas en fuegos cruzados y/o confusiones; esto ha llevado a que escuchemos voces que proponen ajustar los eventos públicos a los tiempos difíciles que vivimos, al grado de limitarlos o suspenderlos, el terrorismo se apodera de los espacios comunes y ya no se respira un ambiente pacífico, horrible es imaginar que lo ocurrido en Nuevo León en un concierto, pudiera tener lugar en la celebración del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución en el Zócalo capitalino, remembrando el triste suceso de las granadas que explotaron en Morelia en una fecha similar.
¿En dónde está parado el ciudadano que quiere hacer efectivo su derecho al libre tránsito? ¿en la arbitrariedad de los poderes alternos al Estado o en la insuficiencia Estatal de responder al problema?, como personas somos muy frágiles y cualquier idea de un encuentro con sucesos de la magnitud descrita nos muestra lo fácil que es perder la vida, aquellos que no se atemorizan con el ambiente contaminado nos muestran que la vida continúa a pesar de aquello que nos estamos acostumbrando a ver como parte de la cotidianeidad, los signos externos de descontrol parecen decirnos una cosa, algo está mal y no lo sabemos solucionar; para no entrar en fatalismos ciegos es conveniente recordar que el poder está en el individuo y la suma de individuos para un propósito es una alternativa, la comunicación parece ser el primer paso para hacer visible el problema y sensibilizar a las personas; el Estado protector no tiene cabida el día de hoy, pareciera que sus externalidades fueron depositadas en la sociedad y ahora no hay quien se ocupe de tantos temas que rebasaron la capacidad estatal dentro de la concepción clásica del poder.
Las respuestas que esperamos no están en estas líneas, su función es ofrecer un punto de vista de lo que ocurre en la realidad, dejo buenas intenciones para comunicar un mensaje que salió de una reflexión después de escuchar tantas noticias iguales, pareciera que un noticiero no está completo si no cuenta con el listado o estadística de las defunciones diarias por causas violentas, ¿dónde quedaron los descubrimientos científicos, el avance de la humanidad, la creación de obras como producto del ingenio?, no dejemos que la sangre termine con la esencia de la humanidad, no perdamos la comunicación.
Francisco Daniel
lunes, 3 de mayo de 2010
Tiempos violentos, incertidumbre en el aire
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