Después de ver Funny Games, me di cuenta que no tomé notas, me quedé mudo un buen rato y hasta ahora pude escribir algo al respecto.
El manejo de la violencia es brutal, empezando por el lenguaje, no nos tiene que mostrar explícitamente imágenes llenas de saña para hacernos sentir la crueldad sugerida, plasmar los acontecimientos crudos en la pantalla hubiera sido ordinario, en este caso, conmueve profundamente y provoca sentimientos que creía controlados.
La película no da tiempo para pensar soluciones, llena poco a poco los espacios, reduciendo la esperanza de un final feliz; el problema empezó al terminar la cinta, cuando asimilé que la ficción proyectada era realizable, no es descabellado que ocurra algo así, es más, vivimos cosas peores; luego vino el terror de imaginarme como víctima en una situación similar y las posibles reacciones que tendría y también me imaginé en el papel del hombre malo, hacer sufrir a alguien hasta llevarlo a límite, destruyendo poco a poco la integridad con acciones minúsculas pero llenas de maldad; pensamientos terribles que quedan en la mente del perturbado, no es delito interiorizar acciones reprobables moralmente.
Durante el desarrollo de la película llegué a pensar que la muerte para alguien que sufre es la mejor salida, pero después me detuve para analizar esa idea, ¿hasta qué punto es válido manipular a una persona?, ¿podemos disponer de la libertad y de la vida de los demás?; el egoísmo y la decadencia de la sociedad han criado individuos capaces de concebir estas prácticas que abandonan la naturaleza humana, unos hacen películas, otros secuestran, violan, matan, al final parece que quitan las capas que cubren a la humanidad para dejarla al descubierto, mostrando la fragilidad y vulnerabilidad que tenemos.
La moral colectiva parece sucumbir ante morales individuales alejadas de la primera; el disfraz es sencillo, las armas improvisadas, el modus operandi es idéntico, casi un patrón de conducta, hacen ver fáciles sus atrocidades, son maestros en infligir dolor, pena y humillar a los demás hasta arrebatarles su persona. Identifico la actuación y goce de los muchachos malos con la pederastia, psicológicamente hay algo muy malo en ello, lo digo sin ser experto, desde mi perspectiva creo que disfrutan destruir la vida de la infancia más que su deseo carnal; desgarrar la inocencia y las virtudes humanas pareciera algo en boga, la crisis de la humanidad nos afecta a todos.
Cada minuto que transcurría venía a mi mente Nacho Vegas, que en la última canción de su último disco nos dice “…al fin se trata de morir o matar…”.
Francisco Daniel
jueves, 13 de mayo de 2010
Juegos perversos y perturbadores
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morir o matar
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