
El pensamiento oriental generalmente está lleno de elementos morales que hemos olvidado en occidente, en este caso la reflexión nace de la película Rashomon de Akira Kurosawa, quien de una manera muy sencilla presenta una historia enredada para dejarnos una enseñanza valiosa.
Al principio nos muestra la puerta de Rashomon, donde vivió un demonio que huyó por miedo a las personas, dejándonos en la conversación de dos individuos que se resguardan de la lluvia dentro de un templo destruido, la primera frase es contundente “no lo entiendo”, una afirmación en forma de pregunta o una pregunta como afirmación, un monje dice que perdió la confianza en las personas después de atestiguar sobre la muerte de alguien; trayendo ésto a nuestros días yo tampoco lo entiendo, hemos deshumanizado la naturaleza de las cosas por un aparente progreso dejando muchos cabos sin explicar.
La historia central gira en torno a tres personajes, un par de esposos que hacen un viaje y un famoso ladrón llamado Tojamaru, quienes se encuentran en el camino, donde después del encuentro muere una persona, el esposo; como todo homicidio se sigue un proceso para buscar al responsable, se recaban testimonios y se presentan muchas verdades, haciéndose evidente que todos mienten y ningún mentiroso se reconoce como tal; los relatos hablan del honor y la deshonra, pero siempre el interlocutor se dice honorable, descalificando a los demás.
Me quedo con la reflexión del monje decepcionado, nadie se preocupa por los demás, dejando en el egoísmo el sustento de la supervivencia, pareciera que leemos la regla de actuación de nuestros días, únicamente nos unimos en las tragedias que provocan temor colectivo y sensibilizan temporalmente a las personas, empeñándonos en ocultar las cosas para no ser sinceros con nosotros mismos.
Finalmente se lleva la reflexión al extremo cuando aparece un niño de pocos meses, a quien descaradamente le roban al ropa que lo cubría del frío en plena lluvia, la decepción del monje y el remordimiento de su acompañante humanizan el momento porque un extraño sentimiento en éste último lo empuja a llevarse al niño para darle crianza, con esta acción logra que el monje vuelva a creer en las personas; al final pienso en que efectivamente el demonio que vivía en Rashomon huyó por temor a la humanidad.
Francisco Daniel
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