miércoles, 3 de marzo de 2010

Entre el Tótem y el Bicentenario


Detrás de la residencia presidencial, en el más importante espacio verde de la Ciudad de México, en pleno Bosque de Chapultepec, encontramos un peculiar regalo que hizo el gobierno de Canadá a nuestro país para festejar en 1960 los 150 años de la Independencia, ahora nos toca vivir y atestiguar el bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución Mexicana.

El regalo en 1960 fue un tótem, un tronco de árbol en el que sus creadores tallaron la madera formando seis elementos, el águila o halcón, un castor, una ballena y tres figuras con forma humana, dos de ellas representando cabezas y otra a semejanza de una persona sentada, conocemos al tótem como el emblema protector de una tribu y lo entendemos como la representación de animales o entes a los que los antiguos pobladores de Canadá atribuyeron significados y a ellos encomendaron su protección o guía; a través de estas figuras buscaron dar explicaciones a los fenómenos que percibieron y no comprendían.

Interpreto a las figuras humanas en la parte inferior del tótem como la base sobre la que se sitúan los animales, personas protegidas por seres fantásticos que cuidan de los individuos, situándose en su cima el ente más importante o aquel en que los humanos depositan sus creencias.

Hoy vemos al tótem como una reminiscencia del pasado, pero preguntémonos si la humanidad sigue construyendo figuras totémicas, al parecer no distamos mucho de los primeros pobladores de América, todavía tenemos representaciones de tantas cosas y seguimos atribuyéndoles significados.

A 50 años de la llegada del tótem canadiense a México ¿quién más se sorprendió al verlo?.

Francisco Daniel.

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