
Irónicamente un par de almas alejadas en espacio, pueden acercarse físicamente para sentir la proximidad y a la vez hacer imposible el encuentro.
Razones ajenas a la voluntad de quien tiene una de estas almas le llevan a visitar la ciudad donde se encuentra la otra, que no sabe de su presencia pero advierte algo diferente en el aire, curiosamente se encuentran a unos cuantos metros y la proximidad los alejará para evitarlos.
Alguien cede y anuncia su estancia fugaz en la ciudad, haciendo un cortés saludo con tintes de despedida, recibiendo a cambio otro saludo como respuesta y el lamento por no poder encontrarse; al transcurrir ese día, las prisas obligan al alma viajera a detenerse antes de partir, quedando junto al lugar donde generalmente está su imposible reunión, que en ese momento caminaba a toda prisa rumbo a otro sitio.
Sin saberlo vieron las mismas escenas y vivieron momentos cercanos sin pensarlo ni planearlo, como lo hacen el viento y la pequeña columna de humo que se desprende del cigarro al consumirse.
La inmensidad del universo no es suficiente para evitar que tantas cosas estén en contacto y así formen armonías que involucren a todos los que coexisten en el misterio de la existencia.
Francisco Daniel
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